¿Por qué Mística de Montaña?
Si nos remontamos a la historia del montañismo observaremos que a lo largo de los siglos para numerosas religiones y culturas, las montañas han sido consideradas como lugares sacros de reunión entre Dios y el hombre, el hombre y su ser interior, el hombre y la naturaleza, todos los fines eran espirituales, religiosos, filosóficos.
El montañismo como deporte lleva nada más que 100 años. A fines del siglo XIX comienzan los primeros europeos a explorar las montañas con fines deportivos y de ahí en más con el correr de los años, con los avances científicos – tecnológicos, de a poco el hombre ha ido perdiendo la verdadera esencia, la “mística” de la montaña, dándole a esta un carácter más competitivo, comercial, dónde las raíces, los valores, las prioridades, los códigos, han cambiado.
Como consecuencia se ha dado una banalización de la montaña y de sus peligros llegando a elevar los límites de riesgo hasta difuminarlos.
No es la montaña la que ha cambiado, sino la actitud hacia ella, el modo en que se afronta.
Tal vez el montañismo esté cometiendo el mismo error de la mayoría de las disciplinas o de las actividades humanas, que es convertir aquello que se nos escapa, porque la montaña es lo que nos excede, lo que tiene que ver con el misterio, convertirlo en algo manejable, manipulable, hasta comercializable.
Parece como si los tiempos nos llevan más a “consumir” la aventura, que a vivirla en un sentido más estricto.
Entonces, por qué Mística de Montaña?
Porque desde nuestro lugar intentamos promover y preservar la vida en la montaña como un medio hacia el autoconocimiento, la superación personal, el contacto, respeto y goce pleno con la naturaleza, la camaradería, la solidaridad y trabajo en equipo, dejando aflorar nuestra escencia, sin disputas de egos por alcanzar una cumbre.
Recuperar las raíces y filosofía del montañismo, en donde la cumbre geográfica pasa a ser un hito, una referencia y lo verdaderamente importante es la conquista de uno mismo, la conquista de las cumbres personales, la conquista de las “otras cumbres”.